La investigación de nuevos fármacos para el Alzheimer se intensifica, con más de 80 terapias en desarrollo. En particular, anticuerpos monoclonales y tratamientos dirigidos a proteínas clave abren posibilidades para ralentizar el avance de esta enfermedad. No obstante, las regulaciones europeas y los riesgos asociados siguen siendo un reto en su aprobación.
El desarrollo de tratamientos innovadores para el Alzheimer ha alcanzado un momento crucial, con 81 terapias en diversas fases de estudio y 16 en ensayos clínicos avanzados, principalmente fase III. El abanico terapéutico actual abarca desde anticuerpos monoclonales que buscan reducir las placas de beta amiloide en el cerebro hasta moléculas de reposicionamiento y fármacos experimentales dirigidos a la proteína tau, un proceso también vinculado al origen de la enfermedad. Sin embargo, la regulación europea sigue exigiendo un alto estándar de eficacia y seguridad, como se evidenció en el reciente rechazo de la EMA a lecanemab, un fármaco prometedor.
Entre las nuevas terapias, destacan los anticuerpos monoclonales lecanemab y donanemab, diseñados para limpiar las placas de amiloide cerebral que se cree están relacionadas con el deterioro cognitivo. Estos medicamentos han demostrado potencial para frenar el avance de la enfermedad en etapas tempranas, aunque con riesgos de inflamación y hemorragias cerebrales que llevaron a la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) a rechazar la aprobación de lecanemab. Sin embargo, el desarrollo de estos fármacos sigue en pacientes con Alzheimer en etapas muy tempranas para explorar si su aplicación más temprana ofrece mayores beneficios.
En paralelo, el campo de investigación incluye medicamentos que atacan la proteína tau, con compuestos en fases avanzadas de ensayos que buscan prevenir o ralentizar la formación de ovillos neurofibrilares en las neuronas. Ejemplos de estos desarrollos incluyen anticuerpos monoclonales como E2814, así como fármacos orales como simufilam, que también promete efectos sobre tau.
Otra tendencia significativa es el reposicionamiento de fármacos de otras especialidades para el Alzheimer. Tratamientos como la semaglutida, utilizada en la diabetes, y el inhibidor de fosfodiesterasa 5, similar al Viagra, han mostrado resultados preliminares prometedores por sus posibles efectos neuroprotectores y antiinflamatorios. Estos tratamientos ofrecen el potencial de ser administrados de forma oral o subcutánea, lo que simplificaría la logística clínica y reduciría riesgos.
Dada la complejidad del Alzheimer, los especialistas apuntan a un futuro con tratamientos combinados en etapas tempranas. Según el Dr. Xavier Morató, director de Ensayos Clínicos del Ace Alzheimer Center Barcelona, el tratamiento más eficaz probablemente combinará distintas terapias que modulen los múltiples procesos implicados en la progresión de la enfermedad. Para Morató, la experiencia con el tratamiento del cáncer y el VIH sugiere que las combinaciones de terapias personalizadas y tempranas son la clave para obtener resultados duraderos.
A corto plazo, se espera que los nuevos fármacos inicien un cambio en el diagnóstico y manejo temprano del Alzheimer. Mercè Boada, directora médica del Ace Alzheimer Center, subraya que, a pesar de los desafíos regulatorios y logísticos, “los beneficios potenciales de estos nuevos tratamientos pueden brindar esperanza a los pacientes que hoy enfrentan una enfermedad debilitante y, en muchos casos, sin opciones efectivas”.