En los últimos días, Israel ha intensificado su ofensiva militar en la Franja de Gaza, llevando a cabo ataques aéreos y terrestres que han causado la muerte de al menos 45 palestinos, incluidos mujeres y niños, según informes de hospitales locales. Esta escalada se produce tras la ruptura de un alto el fuego que había estado vigente desde enero.
Uno de los ataques más controvertidos fue el bombardeo al Hospital Nasser en Gaza, donde fallecieron cinco personas, incluyendo al líder político de Hamás, Ismail Barhoum. El ejército israelí justificó la acción alegando que Barhoum era un objetivo legítimo y que la operación se basó en inteligencia precisa para minimizar daños colaterales.
La comunidad internacional ha reaccionado de manera dispar ante estos acontecimientos. Mientras que países como Estados Unidos mantienen su apoyo financiero y militar a Israel, justificando sus acciones como defensa legítima, otras naciones y organismos internacionales han expresado preocupación por la creciente violencia y el alto número de víctimas civiles. El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, manifestó estar "horrorizado por los bombardeos y ataques con proyectiles", advirtiendo que el uso de la fuerza militar por parte de Israel aumentará la miseria de la población palestina.
La Unión Europea, aunque considera a Hamás como un grupo terrorista, no ha logrado un consenso para condenar las acciones de Israel, reflejando las divisiones internas y los intereses económicos y políticos en juego. Por su parte, la Liga Árabe ha condenado la reanudación de la ofensiva israelí, acusando a Israel de desafiar la voluntad internacional al romper la tregua.
La situación en Gaza es crítica, con más de 50,000 muertos reportados en el último año y medio debido a los ataques israelíes. El gobierno israelí ha anunciado la creación de un organismo para deportar a los habitantes de la Franja, medida que ha sido calificada por algunos como una operación de limpieza étnica según el derecho internacional.
En los últimos días, Israel ha intensificado su ofensiva militar en la Franja de Gaza, llevando a cabo ataques aéreos y terrestres que han causado la muerte de al menos 45 palestinos, incluidos mujeres y niños, según informes de hospitales locales. Esta escalada se produce tras la ruptura de un alto el fuego que había estado vigente desde enero.
Uno de los ataques más controvertidos fue el bombardeo al Hospital Nasser en Gaza, donde fallecieron cinco personas, incluyendo al líder político de Hamás, Ismail Barhoum. El ejército israelí justificó la acción alegando que Barhoum era un objetivo legítimo y que la operación se basó en inteligencia precisa para minimizar daños colaterales.
La comunidad internacional ha reaccionado de manera dispar ante estos acontecimientos. Mientras que países como Estados Unidos mantienen su apoyo financiero y militar a Israel, justificando sus acciones como defensa legítima, otras naciones y organismos internacionales han expresado preocupación por la creciente violencia y el alto número de víctimas civiles. El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, manifestó estar "horrorizado por los bombardeos y ataques con proyectiles", advirtiendo que el uso de la fuerza militar por parte de Israel aumentará la miseria de la población palestina.
La Unión Europea, aunque considera a Hamás como un grupo terrorista, no ha logrado un consenso para condenar las acciones de Israel, reflejando las divisiones internas y los intereses económicos y políticos en juego. Por su parte, la Liga Árabe ha condenado la reanudación de la ofensiva israelí, acusando a Israel de desafiar la voluntad internacional al romper la tregua.
La situación en Gaza es crítica, con más de 50,000 muertos reportados en el último año y medio debido a los ataques israelíes. El gobierno israelí ha anunciado la creación de un organismo para deportar a los habitantes de la Franja, medida que ha sido calificada por algunos como una operación de limpieza étnica según el derecho internacional.