La captura de Damasco por insurgentes islamistas pone fin al gobierno de Bashar al-Asad, tras la retirada de apoyo de Rusia e Irán. La comunidad internacional analiza las implicaciones de este cambio histórico en Oriente Próximo.
Después de más de una década de guerra civil devastadora, el régimen de Bashar al-Asad ha caído. La ofensiva relámpago liderada por una coalición de insurgentes islamistas, que culminó con la captura de Damasco el pasado 8 de diciembre de 2024, marca el fin de uno de los capítulos más complejos y sangrientos en la historia reciente de Siria.
El colapso del régimen fue precipitado por la retirada del apoyo clave de Rusia e Irán, los principales aliados internacionales de al-Asad. Según informes, el mandatario huyó de Damasco en un avión cuyo destino permanece desconocido, aunque se especula que Moscú podría haberle ofrecido refugio. La ofensiva insurgente, que duró apenas 11 días, sorprendió por su rapidez y coordinación, dejando al régimen sirio sin capacidad de respuesta.
La comunidad internacional ha reaccionado de manera dispar. Mientras algunos gobiernos ven la caída de al-Asad como una oportunidad para avanzar hacia un gobierno más inclusivo, otros temen un incremento de la influencia de grupos extremistas. En particular, Turquía, que ha sido un actor clave apoyando a ciertos grupos opositores, se encuentra en una posición estratégica que podría moldear el futuro de Siria.
El conflicto en Siria comenzó en 2011 en el contexto de la Primavera Árabe, transformándose rápidamente en una guerra civil que atrajo a múltiples actores internacionales y regionales. A lo largo de los años, se han registrado más de 500,000 muertes y millones de desplazados, según estimaciones de organismos internacionales.
Con la caída de Damasco, surgen preguntas sobre la reconstrucción del país y la posibilidad de establecer un gobierno estable y representativo. El desafío será monumental: las estructuras básicas del estado están colapsadas, y la fragmentación política y social sigue siendo profunda. Sin embargo, la caída del régimen de al-Asad representa un cambio significativo en la dinámica política de Oriente Próximo.