El adiós que cambió mi vida para siempre: Hoy me hace vivir en paz

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Han pasado 13 años después de la muerte de mi mamá, debido a una mala praxis que le quitó la vida en un abrir y cerrar de ojos.

Duró un mes en el hospital en terapia intensiva, tan solo podía verla unos minutos, ya no hablaba y tampoco tengo certeza de saber si escuchaba, igual siempre que podía lo hacía.

Con la esperanza que se levantara, vivía ilusionada pensando que haríamos al salir de ahí. Pero no pasó, un día mientras trabajaba y ella estaba aún interna, me llamaron y me informaron que a mi mamá le estaba dejando de funcionar el corazón.

Ese día, mi mundo se nubló, sentí que todo se detuvo y al llegar finalmente, la ví ahí agonizando, le dije adiós y que se fuera tranquila que siempre estaríamos juntas, no me dejaban ni darle una abrazo porque el páncreas tiene un líquido que brotó su piel, me quedé con ganas de sentirla por última vez.

No tenía hermanos, mi madre era mi todo, mi papá, mi hermana y una gran amiga incondicional, así que tocó despedirse con tanto dolor que sentí que se desgarró algo dentro de mi, muy inexplicable.

Pasaron 13 años en los que me sentí, triste y con una culpa que me mataba por dentro, preguntando porqué la llevé a ese hospital donde le hicieron una mala operación, la lleve para que le quitaran una hernia y le perforaron el páncreas.

¿Cómo se podía olvidar eso?

Por más que me dijeron no pude, hasta este 2023. En un sueño hermoso, ví a mi mamá y pensé que era real.
Le dije que había soñado que murió que sentía que me había devastado por dentro, que me sentía culpable, y me dijo "si estoy muerta pero en paz".

Lloré tanto en ese sueño, que le dije perdón por haberle llevado a ese lugar y me respondió: Eso tenía que pasar y fuiste una buena hija así que, no hay nada que perdonar.

Sus palabras me reconfortaron el alma, y en ese sueño solo se despidió con ese beso en la frente que solo lo da, una mamá, le colocaron unas alas con una luz que no me dejaba ver bien, dónde finalmente se desapareció.

Hoy puedo decir sin llorar, que todo pasa por algo. Que nada es casualidad, mi hija pregunta siempre si estamos preparados para la muerte y mi respuesta es: Nadie está preparado, pero es necesario vivir y entender que la muerte forma parte de nuestras vidas.